
Que esta cuestión varíe por países es cuanto menos curioso. Cuando sales de España y vives en el extranjero, te llama la atención comprobar que salvo excepciones, puedes acertar la procedencia de una mujer en función de cuanto y cómo se arregla. O al menos orientarte. En Londres esto es así. Al llegar a alguna fiesta o saliendo por la noche, ves a las españolas menos arregladas y sobre todo menos pintadas. Un clásico que especialmente en verano, se resume en estar morena.
De pequeñas las madres nos insistían en que nos mantuviéramos alejadas del maquillaje lo máximo posible. En una especie de psicosis como cuando nos alertaban del efecto de la cera. “Una vez que se toque una zona será para siempre”. Y eso no hacía más que suscitar nuestra curiosidad, nuestras ganas de aunque fuera, coleccionar preciosas cajitas, brochas y sombras. Tan elegantes e inspiradores…Aunque fuera solo para decorar los estantes de nuestros cuartos de baño. La (mala) fama que tenía no es en absoluta merecida. El pote ha sido denostado desde hace años pero fortuitamente cada vez aparecen alternativas más afines a nuestros gustos y perfiles.
¿Realmente la cara lavada es tan bonita?
¿O es una corriente pragmática?
Mucha gente dice que así nuestra piel respira pero teniendo en cuenta que hoy en día, lo que respire no siempre puede ser bueno (nada bueno) ¿hasta qué punto es mejor llevar la cara sin nada? Al fin y al cabo la base de maquillaje actúa como barrera protectora. La mayoría ya llevan factor solar y corrigen la apariencia de tu piel estéticamente pero también la protegen físicamente.
Una de las mejores limpiezas de cara que me han hecho, también en Londres, me la hizo una esteticista rusa con mucho conocimiento sobre lo que hacía. Era buenísima y todo un descubrimiento. Ella me indicó los aspectos positivos de la base de maquillaje, explicándome su rol protector en una ciudad tan colmada por el frío y la contaminación. Salí de ahí con una visión distinta y eso me encantó.
Lo bueno es que todas las alternativas con las que contamos nos ayudan a romper el hielo, a jugar y experimentar, empezando con solares con color, BB o CC creams. Puedes ir variando durante el año teniendo tus opciones para el día y para la noche. Y siempre según las necesidades de la piel.
De la mano de los primers, polvos e incluso brumas fijadoras, la base se convierte en la protagonista. Y juntándola con sus secuaces consigue alcanzar sus mayores beneficios.
¿Será una cuestión de edad?
Cuando sale este tema con las madres de mis amigas todas comentan que no tienen edad de pisar la calle con la cara lavada, que a su edad pintarse un poco es necesario.
Ciertamente, ¿existe algún protocolo o normas en el uso del maquillaje? Siempre me dijeron que ojos o boca, que había que elegir entre ellos. Y cuando lo leía en alguna revista me encantaba, ¡eso yo ya lo sabía!
Nosotras lo tenemos claro, cada cara tiene su propia norma.
Lo que sí que nos parece acertado es huir del efecto máscara. La base se puede dosificar y aplicar por partes, en función de la necesidad. Y la nariz curiosamente no es un blanco idóneo, a no ser que un día puntual sea requerido. Pero esos poros nos parece que siempre quedarán mejor sin nada. Apostamos por las pecas e incluso las manchitas que queden visible en la superficie. Al fin y al cabo esa es tu cara y la naturalidad siempre es la mejor apuesta.
Hay tantas fantásticas alternativas para sacarse partido sin hundirse en artificios, probando un poco y pudiendo dosificar. ¡Es genial poder tener a mano tantas opciones! Sin quedarte en un extremo u otro sino en una reconfortante zona gris.